Tenemos miedo de que los inmigrantes nos quiten el trabajo, tememos llevar la contraria y ser candidatos a entrar en un ERE, no criticamos a Fabra “per si de cas”, contribuimos en planes de pensiones privados por miedo a no contar con una jubilación pública digna, retrasamos el tener hijos por miedo a la inestabilidad laboral y la falta de recursos económicos, observamos con recelo cómo los acontecimientos nos llevan a ser la primera generación que vivirá peor que sus padres... a pesar de ser la generación mejor formada de la historia de España.
Europa, después de la II Guerra Mundia se puso las pilas y dio lugar a un periodo sin igual de paz y desarrollo económico y social. Nuestras fronteras siguen afortunadamente en paz, pero lo del desarrollo económico se frustró con Lehman Brothers. En cuanto al desarrollo de la protección social se frenó de golpe en 1990 y ahora hemos comenzado el proceso de destrucción de nuestro bienestar social. ¿Por qué se está destruyendo? Porque ellos ya no tienen miedo.
La evolución social europea desde inicios de la Revolución Industrial hasta 1990 ha sido apasionante. Continuas mejoras sanitarias y aumentos de la esperanza de vida, conquista del derecho al voto, de una mayor igualdad de género, de vacaciones con derecho a paga, la conquista del derecho a huelga, al sindicalismo, al subsidio por desempleo, a la baja por enfermedad, ¡a las 40 horas semanales! Hoy en día, en cambio, nos cansamos de oír que necesitamos recortes sociales porque esto no da más de sí, porque necesitamos ser competitivos en un mucho globalizado, así que hemos de sacrificar derechos y salarios con tal de mantener nuestro trabajo. ¿Por qué durante la mayor parte del siglo XX se pudieron mejorar las condiciones sociales y laborales y desde 1990 estas ya no han continuado mejorando? Porque el comunismo como amenaza del capitalismo se esfumó y los capitalistas, sin competencia, dejaron de temer el poder del proletariado.
Durante el siglo XX, gobiernos y capitalistas aceptaron mejorar paulatinamente las condiciones de los trabajadores para contener el avance del comunismo. Y ello no solo contuvo el avance del comunismo sino que mejoró las condiciones laborales y a su vez a la sociedad, a modo de proceso positivo que se retroalimenta. Sin embargo ahora, ellos se saben dueños y señores, no ven una amenaza en el pueblo y hacen y deshacen mientras nosotros observamos perplejos. Nos han pasado el miedo a nosotros. Pero para eso está la Historia, para aprender de ella: hoy el pueblo clama por conservar unos derechos conseguidos tras más de un siglo de luchas, de sangre, sudor y lágrimas. ¿Nos escucharán o es necesario desempolvar al fantasma que recorrió una vez Europa?
El stencil de la foto la vimos en la calle Mealla, en el solar que hace esquina con la calle Antonio Maura.