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la cova remigia y las angustias

miércoles, 30 de enero de 2013



Hace unos meses visitamos el barranco de la Valltorta, cerca de Tirig. Nos quedamos sorprendidos con la orografía, con la historia, con las pinturas, con nuestra tierra. Pero no nuestra tierra de manera política y fronteriza; hablamos de nuestra tierra rojiza, la que mancha las manos, la que araron nuestros antepasados, las que pintaron los primeros de nosotros.

Nos quedamos con ganas de más y siguiendo las huellas que el museo te da, llegamos a un pequeño apeadero que hay justo antes de subir el coll d'Ares, en la CV-15; una antigua masía llamada la Montalbana en la que ahora hay un bar y una casa rural regentados por Eugenio y su mujer. Tras un poco de 'perol' y un carajillo para coger fuerzas y las indicaciones de Eugenio, nos lanzamos en búsqueda de la Cova Remigia. Media hora corta de caminata "entre Ares i Benassal" hasta llegar a un abrigo ruspestre con un muro en el que durante años se guardó el ganado.

A primera vista no guarda grandes diferencias con la Cova dels Cavalls, pero al entrar y seguir las indicaciones nuestro guía... busco un verbo apropiado pero no me sale: al entrar ¡flipas! Alucinas con las cientos de figuras pintadas en la roca (más de 500), con la intensidad de su color, con el tamaño de las figuras, con la limpieza de su trazo, con la intención representativa de la fisiología de los animales, con su estado de conservación... ¡es un espectáculo! La menor fama de este abrigo ha sido clave para su actual estado y ahora es una delicia silenciosa, sobrecogedora en su infinita sencillez y humildad. Ahora es simplemente una imprescindible visita en nuestra provincia. Posiblemente el mejor lugar de la zona y uno de los mejores de Europa para conocer el arte rupestre.

Eugenio responde pacientemente todas las preguntas que tengas, te habla del hallazgo del poblado de estos hombres y mujeres que vivieron hace 7000 años, te habla de la tierra (de la que mancha), te habla del agua (de la que ya no cae)... y espera tranquilamente a que dejes de flipar y admirar las pinturas, para cerrar, sin prisa, el acceso al abrigo. Eugenio espera con la calma de quien sabe que dentro de 7000 años no quedarán huellas de ninguna de nuestras angustias y sin embargo, quien quiera que habite este planeta, aún podrá admirar unas figuras rojizas en una roca perdida en medio de una tierra que seguirá manchando. 

PD. Eugenio no nos aceptó un pequeño bote que hicimos como propina, así que tuvimos a bien gastárnoslo todo en su bar al sol de diciembre, olvidando así nuestras angustias perecederas.





















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