crida-ho fort...

Es la segunda plantilla de Lenin que encontramos en pocas semanas. El desencanto y el horror que provocaron las atrocidades de su sucesor no han manchado el icono comunista por excelencia, que sigue representando el poder de un pueblo libre y concienciado. El siglo XXI, en pañales, sigue sin tener figuras de referencia y las miradas apuntan al pasado. Algo nos dejamos en el tintero si el futuro pasa por 1917 pero la falta de asideros éticos y políticos nos impiden ver los nuevos caminos. La izquierda no ha renovado sus referentes y afronta el nuevo siglo a ciegas, con enemigos tan poderosos como siempre pero mucho mejor organizados. La última barricada es la calle y el grito: Roig i orgullós.