En 1997, después de diversas orquestas y conciertos en fiestas de pueblo que no quiero recordar, me decidí por primera vez a pagar por un concierto. Tenía 15 años y 1.300 pesetas en el bolsillo. Offspring, Lagwagon o Bad Religion guiaban nuestros gustos musicales cuando entró Dover “fuerte fuerte” en la escena musical. Su primer disco (Sister, 1995) no llegó a nuestros oídos pero con “Devil came to me” lo petaron. Sonaba en todas partes, le gustaba a todo quisqui y es que como siempre pasa, canciones pegadizas, guitarrazos y gritos a pleno pulmón son el combinado perfecto para conquistar al público. ¿Quién no ha cantado alguna vez como si no hubiera un mañana: Devil came to me! And he said: I know what you need!?
La pasión y energía que mostraron fue espectacular y muy profesional. Los temazos se sucedían: Spectrum, Loli Jackson, Serenade... en un concierto en el que no paramos de cantar, bailar, sudar (con momentos de empujones sin tocar el suelo en los que ahora no me metería) y esquivar las cámaras porque mi amiga se había escapado de casa para ir al concierto.
Desde aquel Dover de 1997 hasta el de este sábado en el Four Seasons han pasado 15 años y muchas cosas han cambiado, sobre todo nosotros, pero yo no he dejado de asistir a cientos de conciertos y festivales. Si algo sigue igual es que sigo pensando que no hay mejor plan que un buen directo. Aunque hablando de cambios, lo que le pasó a Dover después ya es cuestión de gustos; yo dejé de seguirles. Aún así este sábado no me pierdo su 'Devil came to me' íntegro, con el guitarreo de entonces. No tendrá el sabor de fanatismo entregado de aquel año, pero yo no me pierdo mi regreso a los 15, con más de 30 años y 20€ en el bolsillo (unas 3.300 pesetas... ¡tela!)
0 comentarios:
Publicar un comentario