La política acaba decidiendo sobre el bienestar y el devenir del pueblo. Pero sucede que la política, hasta hace bien poquito, había sido patrimonio exclusivo de la élites. Y sin embargo, ha habido tres momentos en la Historia en los que la política se ha preocupado por algo más que el bienestar de las élites. Hay tres elementos claves que promueven la buena política: la comunicación, la educación y la libertad. Y estos tres elementos han estado presentes en esos tres momentos estelares de la humanidad.
El primero fue durante el Siglo de Oro de Atenas, donde la libertad y la educación (solo de los considerados ciudadanos) se palpaban en el Ágora, con los ciudadanos discutiéndolo todo y cuestionándolo todo ante gentes abiertas de mente dispuestas a aprender, y donde la comunicación era buena pues la política se reducía al gobierno de una sola ciudad. El segundo sucedió en la Florencia de los Medici, donde las artes florecían sin parangón alguno. Ambos casos fueron una leve chispa de genio en medio de un océano de mediocridad y se dieron en geografías muy concretas que pronto serían reducidas a la nada gracias el esfuerzo de sus vecinos en extender su propia mediocridad (la mediocridad es tan peligrosa como contagiosa).
El tercero, del que afortunadamente todavía somos herederos, se corresponde con la Ilustración francesa del siglo XIX. ¿Por qué en este caso sí que triunfo (tras innumerables esfuerzos) sobre los atrasados de sus vecinos? La Revolución Industrial estaba permitiendo que las condiciones de vida mejorasen, que la cultura se pudiera extender y las comunicaciones mejorasen. De modo que pronto se hizo sentir la necesidad de mejorar la educación de las personas y las personas educadas fueron reclamando más libertad. Pero, a pesar de que comenzaban a dejarnos votar cada cierto tiempo, las élites nunca nos lo pusieron tan fácil como escribir estas dos líneas; se resistieron, se echaron las manos a la cabeza cuando pedimos trabajar “solo” 40 horas semanales, se las volvieron a echar al pedir el derecho de voto de la mujer… y ahora se la echan a la cabeza cuando pedimos que no nos den basura etiquetada como “educación”, cuando pedimos casarnos con quien nos dé la gana independientemente de nuestro sexo, o cuando exigimos la dación en pago de nuestras viviendas. Lo fundamental, como vemos, no ha cambiado tanto. Bueno, algo fundamental sí que ha cambiado mucho y afortunadamente para bien: ha aparecido internet, la comunicación ha mejorado hasta niveles impensables hace poco. Hemos de continuar luchando por la educación para ir avanzando en las libertades, en lugar de ir retrocediendo.
¿Es casualidad que los países con un mayor nivel de vida son los que tienen un mejor sistema político? No lo creo. ¿Y cuál es el mejor sistema político? Pues el que tienen los países más desarrollados social, económica y culturalmente: países escandinavos, Suiza, Canadá, por ejemplo. Así pues, para mejorar, solo tenemos, una vez más, que copiarles. Tenemos que garantizar eficazmente la separación de poderes del estado, tenemos que promover la transparencia política para atajar la corrupción, tenemos que promover las listas abiertas para trasvasar poder de los partidos a los ciudadanos y tenemos que facilitar la participación efectiva de la ciudadanía en la toma de decisiones para atajar esa desafección política qué tan bien saben aprovechar los demagogos populistas. No es fácil, pero tampoco es tan complicado como nos lo quieren vender.
Los cambios sociales y tecnológicos provocan cambios políticos, así pues, hay que ser corto de mente para no querer ver lo que se avecina: que no nos vendan la moto, ahora sí es posible y tenemos un ejemplo en Islandia, no sé cuánto tardaremos pero el futuro o será una wikicracia o no será nada halagüeño.
Los cambios sociales y tecnológicos provocan cambios políticos, así pues, hay que ser corto de mente para no querer ver lo que se avecina: que no nos vendan la moto, ahora sí es posible y tenemos un ejemplo en Islandia, no sé cuánto tardaremos pero el futuro o será una wikicracia o no será nada halagüeño.
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