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el desastre de La Paz

domingo, 5 de febrero de 2012


Siguiendo con el trabajo que realizó María Luisa Yáñez en su curso de mayores de la UJI en 2006, hoy completamos el repaso a los cines con sus recuerdos en primera persona de la tragedia del cine La Paz, de la que ya os hablamos en este post a partir de un periódico de la época. El texto ha sido editado para reducirlo, podéis acceder al trabajo completo aquí:

En 1910 se inauguró el cine La Paz, ubícado en la esquina de la calle Herrero con Asensi. El 17 de noviembre de 1918, domingo lluvioso, sesión de las cuatro de la tarde para niños, se proyectaba la película “Los huérfanos del puente de Nuestra Señora”. El cine estaba lleno, la película se corta para cambiar el rollo, debido a la tormenta se fue la luz, el público patea gritando: "otro toro, otro toro..." (era costumbre) y de pronto un “gracioso" inconsciente gritó: "¡fuego, sálvese quien pueda!". Fue una falsa alarma pero la gente se amontonó queriendo huir y esa fue la tragedia, se atropellaron unos a otros, atravesándose con los paraguas. La mayoría eran niños de las localidades de general, los que tenían que salir por las escaleras. A los del patio de butacas no les pasó casi nada. Aquello fue una catástrofe, murieron 21 niños y un soldado. En la calle, en medio del diluvio que estaba cayendo, las familias se desesperaban buscando a sus hijos, era un caos. Al día siguiente, una vez identificados los cadáveres, se les hizo un solemnísimo entierro con todas las autoridades civiles y eclesiásticas. En el cementerio aún existe el mausoleo a las victimas del cine La Paz.

Mi hermana Rosa, que a la sazón tenía seis meses (le habían buscado un ama de leche por estar mi madre enferma) se encontraba en el cine con el ama y los hijos de ésta. Afortunadamente no les ocurrió nada pero el susto de mis padres fue de órdago; siempre me decían: "si alguna vez ocurriera algo parecido, no te muevas de la butaca, espera que pase la avalancha". Tras la tragedia, estuvo unos años cerrado, pero en 1924 se reabrió con el  nombre de “Doré”. Tuvo una época dorada, casi siempre ponían películas de  cow-boys del oeste americano; eran como  series, el  chico bueno se llamaba Tom Mix y los malos los bandidos. Como eran mudas las amenizaban con música de piano al ritmo de las acciones; el pianista era el maestro Pepíto García (compositor del Rotllo i Canya) pero algunas veces lo sustituía una alumna aventajada, en aquel tiempo era Josefina Bellés; al no ser tan rápida como el profesor, cuando los caballistas corrían mucho, el público gritaba: "rubia, dona't presa que se t'escapen".

Después de la guerra tuvieron que cambiarle el nombre (no admitían nombres extranjeros) y lo denominaron "Ideal". Luego tiraron el viejo caserón, edificando el que conocimos como "Rialto" hasta su cierre, incluso lo conservó el restaurante que pusieron después. Hoy es una perfumería. Recuerdo que el padre de una compañera y amiga de la escuela Herrero trabajaba en la empresa y tenían la vivienda al fondo de la sala. Detrás de la pantalla había un pasillo donde nos sentábamos y veíamos las películas al revés y grandes muy grandes. Yo pienso que el dolor de cervicales que tengo, es consecuencia de aquello.

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