nada nuevo bajo el sol

¿Dónde van los besos que no se dan? ¿Y los objetos que no se usan? Paraguas, embudos, libros, cordones, rayadores, cargadores, parchises, alicates, cuadros, teléfonos, muñecas, muebles, zapatos, chinchetas, cortinas, consolas, cuberterías, aspiradoras, televisiones, anillos, barajas, pomos, clavos, monopolys, ordenadores, escaleras, cajones... la lista de cosas es larga e incoherente. Los Encantes de Castellón es una tienda de segunda (y tercera) mano que lleva un año abierta en la ciudad.  Es el infierno para los alérgicos al polvo y el paraíso para los amantes de los trastos, las antigüedades y los recuerdos. La palabra que lo define no sería vintage, sería más bien viejo: es una palabra más seca, menos glamurosa, pero también más sincera.

Su dueño es un simpático señor que se ha pasado más de 20 años en els Encants de Barcelona y sabe sacar provecho de esta sociedad de comprar, tirar, comprar. La tienda sigue un riguroso orden que da sentido al enorme caos de objetos que se alzan hasta el techo. Ese orden es la delgada línea que separa el coleccionismo del síndrome de Diogenes, y lo convierte en un lugar mágico, único en Castellón.

Si hace años que estáis buscando la lámpara que colgaba en la casa de vuestra bisabuela, si pasáis por la avenida Burriana, si tenéis tiempo de pasear entre miles de objetos recuperados del ostracismo y elevados de nuevo a la categoría de vendibles, entrad en los Encantes de Castellón: no veréis nada nuevo pero a lo mejor encontráis algún beso no dado.