En campaña electoral los ciudadanos nos enfrentamos a un delirante juego de imagines y sonidos al que llaman democracia… y no lo es.
Yo siempre he respetado la profesión de político, pues me parece que tienen una tremenda responsabilidad e influyen decisivamente en el bienestar de la gente y la sociedad. Pensando precisamente en esa responsabilidad, siempre me los imagino muy ocupados, pues su tarea es ciclópea, pero la imaginación se me deshace inevitablemente cada vez que me los veo por la tele con actividades espurias.
Cada vez que enchufamos la televisión nos sale un monigote prometiendo cosas para que, al cabo del rato, salga un amigo suyo afirmando que el cumplimiento de la promesa dependerá de las circunstancias, y un enemigo suyo diciendo que, simplemente, miente, a la vez que aprovecha para lanzar una nueva y mejor promesa. Los políticos acuden, luciendo palmito y pose de tipos fiables, a espectáculos deportivos, a presentaciones de libros o fundaciones, a inauguraciones de carreteras y hospitales (y de todo lo “inaugurable”), a ruedas de prensa sin derecho a réplica. Aunque sin duda lo peor sucede en campaña electoral, ¿cómo puede ser que hoy en día se sigan celebrando mítines de palabras encasilladas ante gente que tiene decidido el voto a tu favor? Pues para salir en la tele, con un fragmento previamente seleccionado, intentando transmitir a los indecisos la impresión de que eres un tío muy válido y que deben votarte… Así de simple y triste.
La inmensa mayoría de las veces, cuando un político se prepara para salir en la tele no está haciendo su trabajo, que es preocuparse por mejorar nuestra sociedad; lo que está haciendo se llama marketing, lo tiene muy estudiado (gracias a los asesores que les pagamos entre todos) y solo atiende a su propio beneficio y el de su partido.
Los políticos deben comunicarse con la ciudadanía, contar y hablar, discutir logros, fracasos y proyectos, así como también escuchar y tomar nota. Eso sí, con métodos de este siglo por favor, que la tele nos resulta contraproducente y unidireccional. Cada vez usamos más internet y vemos menos tele, a ver si se enteran... No necesitamos ver cómo el Camps de turno y su camarilla inaugura una escuela en Bunyol (¿por qué nunca han salido inaugurando barracones?), si no que seamos informados de forma transparente y clara de cuántas se han hecho, con qué dinero, con qué expectativas y cuántas quedan todavía por construir.
Menos salir en la tele y más trabajar por el pueblo.
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