He oído que el antiguo topónimo castellonense “Quadra Negrer” hace referencia a un ilustre ciudadano castellonense que en el siglo XIX mercadeaba seres humanos, entiendo que con africanos destino a América. No he encontrado ninguna referencia en internet que lo corrobore, pero me parece más que plausible. Al fin y al cabo, negreros han existido, existen y existirán. Siempre será un negrero en que mercadee con un ser vivo al que le está infligiendo un daño.
Le debemos a los griegos la democracia desde unos tiempos tan lejanos e increíbles como los de hace 2500 años. Le debemos el derecho a los romanos desde los tiempos de Cristo. Podemos decir sin tapujos que nuestra civilización, nuestra sociedad, nosotros mismos, estamos basados en aquellos hombres (y digo hombres porque las mujeres pintaban bien poco en aquellas ilustradas épocas). Y, sin embargo, sociedades elevadas como aquellas sostenían el esclavismo como una actividad más. No recuerdo ningún filósofo griego o romano que fuese abolicionista. ¡Qué insensibles y salvajes estos clásicos!, podría pensar cualquiera, y yo le invitaría precisamente a leer a esos clásicos para despojarse de tales presunciones. Y, sin embargo, eran esclavistas.
Consideraban que tenían sobre los esclavos los mismos derechos que nosotros hoy consideramos tener sobre los animales. ¿Falta de sensibilidad? Yo diría más bien diferentes puntos de vista y contextos. En aquella época también había gente que no tenía esclavos. Y estos momentos hay gente que mata toros a lanzazos, otros que creen justas las atrocidades que comete la ganadería intensiva y otros que se proclaman muy respetuosos con los animales y evitan utilizarlos para comer o vestirse.
En el siglo XIX hubo enconadas luchas entre esclavistas y abolicionistas, probablemente promovidas por las ideas de la Ilustración. En el siglo XXI ya somos todos afortunadamente antiesclavistas, y nos sorprendería, a la vez que repudiaríamos categóricamente, cualquier postulado esclavista. Quizás en el siglo XXI, gracias a una conciencia más humana y vital, consigamos erradicar el sufrimiento animal. Quizás nuestros nietos serán indefectiblemente veganos y mirarán con asco un filete de pollo… pues no verían un alimento, sino un cadáver que en vida ha sufrido horriblemente y ha sido asesinado, única y exclusivamente, para nuestro gozo gastronómico… porque como nuestros nietos podrían responder, la excusa del alimento no se sostiene: gran cantidad de veganos saludables circulan por el mundo… y cada día son más, como sucedía con los abolicionistas del XIX.
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