De izquierda a derecha, paso por el centro, me
escoro y poco y vuelta a empezar. La izquierda apenas tiene poder en los
gobiernos europeos. Apenas sobreviven (y por qué poquito tiempo más) los de
España y Grecia.
Sin embargo, la vida da muchas vueltas, y
ahora en Dinamarca, después de diez años, vuelve a gobernar la izquierda, en
coalición, desmantelando una de las últimas y simbólica propuesta del anterior
gobierno: la de montar puestos permanentes de chequeo y control en la frontera
con Alemania para luchar contra la inmigración y la delincuencia… para
vergüenza y escarnio de la Europa de las libertades y la ciudadanía. En
Alemania la coalición gobernante no para de recibir varapalos en las
regionales, especialmente los liberales, quienes, últimamente, parecen tener un
especial desprecio por los griegos… desprecio que los votantes se han encargado
de hacerles pagar. En Italia más de lo mismo: regionales y referéndums
señalándole a Berlusconi el camino hacia la calle. Y en Francia la izquierda ha
logrado la mayoría absoluta en el senado por primera vez en la historia de la V
República.
Mientras tanto aquí, ya sabemos qué pasará el
20-N, más cambios. Por muchas vueltas que dé la vida, la estadística es una
ciencia muy honorable y cuando dice que el PP va ganando por 14 puntos al PSOE
quiere decir que resulta impensable un escenario en el que Rubalcaba fuese
capaz de darle la vuelta. Según las encuestas, se repite el baile del 22-M: el
PSOE pierde mucho, y lo perdido se lo reparten entre el PP y el resto de
opciones políticas.
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