La situación política en en España es mala, en la Comunidad Valenciana es de tal surrealismo que solo mediante la exageración y la desmesurada comparación soy capaz de sintetizar alguna de las ideas que me rondan. Una exageración podría ser mencionar la vergüenza que sienten muchos alemanes cuando recuerdan como toda la nación adoraba a un gran criminal. Bizarro sería intentar explicarme mencionando la alegría que sintió el pueblo de Roma cuando el cuerpo descompuesto del gran Marco Antonio fue mostrado a todos.
Desde luego nada tiene que ver con nosotros la euforia con la que despiden hoy a sus líderes en Oriente próximo, con las suelas de sus zapatos, mientras una minoría delirante se resiste a ver la realidad. Marx dijo alguna vez que la historia suele repetirse, primero como tragedia y luego como farsa, y que lo segundo anuncia la clausura de un ciclo histórico.
Algo en el estómago me dice, que todo esto tiene alguna relación con nosotros. Me sugiere que la historia se repite, pero no una, sino muchas veces. Que podemos estar leyéndonos en los libros incluso viéndonos en la tele y no ser capaces de reconocernos. Me recreo pensando que ensalzamos a nuestros líderes igual que lo hicieron en el pasado, igual que lo hacen en otras partes del mundo.
Les regalamos nuestros aplausos, nuestro voto, les confiamos nuestro dinero. Nos gustan no por lo que son, si no por lo que aparentan, porque pronto nosotros seremos como ellos. Ellos nos traerán la riqueza, el bienestar, la prosperidad.
Los que están contra ellos, son amigos del extranjero, del enemigo, del que solo busca su beneficio y no ama la tierra que pisa. Tierra que debemos explotar, consumir y destruir nosotros, porque es nuestra, o a lo sumo, deben hacerlo los amigos de nuestros líderes, porque de esta manera nos caerán las sobras.
Pero las sobras se acaban y los espejismos revelan su auténtica realidad.
Dejadme que me de el gustazo de decir que vivimos gobernados por líderes que pronto serán tiranos, y lo serán por que desprecian la inmensa responsabilidad que tienen, como si fuera tan solo un trabajo, un trabajo que llevan demasiado tiempo haciendo, ignorando el polvorín que tienen bajo los pies, subestimando la inteligencia de los ciudadanos.
Si escribiera sin medir mis palabras me atrevería a decir que pronto nos avergonzaremos de ellos, pronto nos avergonzaremos de nosotros.