Etiquetas

aeropuerto (9) arquitectura (13) arte (34) blogs and shops (21) camisetas (14) canal 9 (12) cine (27) comic (2) fib (9) fotografía (46) historia (26) humor (15) literatura (4) magdalena (15) movimiento 15M (27) mundo (29) Música (44) noche (14) Opinión (136) pegatinas (13) política (3) prensa (21) rototom (4) ruta alternativa (36) se mueven (28) sostenibilidad (20) Street Art (56) tanned tin (6) teatro (8) urbanismo (3) video (23)

palabras más, palabras menos

jueves, 7 de noviembre de 2013



Todo lo malo que se diga sobre RTVV o Canal 9 será seguramente cierto y probablemente se quedará corto. Pero todo eso que se dice no tiene que ver con la necesidad de una televisión pública de calidad o con los derechos de sus trabajadores. Todas las palabras vertidas sobre RTVV apuntan hacia los gestores, manipuladores y saqueadores: políticos de carnet que dirigen el ente con mano de hierro desde 1995. Sacar a relucir ahora los colegios y hospitales, cuando tienes en pie de guerra a todo el estamento público de educación y sanidad, para justificar el cierre de la tele pública es la demagogia más zafia, barata y repugnante que hemos oído en años. Antón Losada lo recalca en "5 mentiras sobre el cierre de televisiones autonómicas": Dice el presidente Fabra que prefiere gastar los 110 millones de Canal 9 en hospitales y escuelas. Pero nada dice sobre los 81 millones de euros que va a consumir en la viabilidad del Valencia FC, o los 300 millones de euros enterrados en carreras de Fórmula 1. Se trata de una decisión ideológica. Nunca hay dinero para lo público, sea televisión, educación o sanidad. Pero siempre sobra para lo privado, sea un colegio, un coche o un club de fútbol.

Por cierto, si algún extrabajador de Canal 9 o futuro ex trabajador arrepentido quiere encargarse de este blog, lo regalamos. Os dejamos con algunas palabras muy autorizadas.

Los pirómanos bomberos de Canal 9, de Julián Álvaro.

Si alguien espera una visión maniquea o de puro lamento por el cierre de Canal 9, que no siga leyendo. Aquí va a haber para todos. El Consell de la Generalitat valenciana, en definitiva el PP valenciano, no entiende la ley como un limite a su actuación. Lleva 18 años con esa filosofía. Por eso, ayer, cuando, el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana declaró nulo su Expediente de Regulación de Empleo (ERE) en Radiotelevisión Valenciana (RTVV), decidieron cerrar la empresa. En su miope percepción de que lo que gobiernan es suyo, lo que no les gusta, lo que les incomoda, lo destruyen.

Durante el juicio por el ERE, los abogados que en nombre de RTVV defendían la bondad del expediente repitieron hasta la saciedad que la situación de la empresa era tan calamitosa que el ERE era imprescindible. Tenían razón, los casi veinte años de Gobierno del PP han llevado a RTVV al caos. Su error era suponer que el ERE venía a resolver eso, cuando no era más que un nuevo capítulo de la caótica gestión de los populares con Alberto Fabra, president de la Generalitat, al frente. Los jueces del TSJ se lo dijeron clarito y por eso se han enfadado tanto.

Los principales argumentos esgrimidos por los abogados de RTVV durante el juicio eran pura verdad, lo que pasa es que eran razones para condenar al PP y no a la tele valenciana. RTVV tenía una plantilla sobredimensionada, cierto, sobredimensionada por culpa del PP: cuando llegaron al Gobierno en 1995, RTVV tenía poco más de 600 trabajadores y, con ellos, en algunos momentos, se ha llegado a casi a los 2000.

Los índices de audiencia estaban por los suelos, también cierto: la pésima calidad de los programas y la nula credibilidad de sus informativos han llevado a la cadena del 20% de finales de los noventa al escaso 3% actual... Y se arrastraba una deuda inasumible de 1.300 millones de euros, consecuencia de dieciocho años de despilfarro y de corrupción protagonizados por los distintos directivos que el PP ha ido colocando al frente de RTVV.

Se han regalado miles y miles de euros a amigos, familiares y periodistas comprados; se ha tejido una carísima red clientelar a costa de los presupuestos de la televisión; se han financiado desde clubes de fútbol a campañas de protesta como aquella famosa 'Agua para todos'; se han pagado millonadas por la Fórmula 1, por la Copa América, por concursos hípicos, por campeonatos de tenis... Todo organizado por colegas del PP.

Ninguna otra televisión puede alardear como Canal 9 de tener casi una decena de exdirectivos implicados en el 'caso Gürtel' por el desvío de dinero a cuenta de la retransmisión del viaje del Papa a Valencia en 2006; ni al todopoderoso jefe de personal de la casa, Vicente Sanz, aquel viejo dirigente del PP que decía "estoy en política para forrarme", procesado por abusar sexualmente de tres trabajadoras.

En resumen, un cuadro dantesco pero con un solo responsable, el Partido Popular. Que ahora salga Alberto Fabra a decir que o tele u hospitales es pura falta de vergüenza. Tenemos al pirómano haciéndose pasar por bombero y el desenlace no puede ser otro que el desastre.

Frente al cierre de RTVV, Fabra tenía otras dos opciones. La primera, presentar recurso ante el Tribunal Supremo por la sentencia del TSJ de la Comunidad Valenciana contra el ERE; eso hubiera significado que dentro de un año, cuando el alto tribunal más que probablemente ratificara la decisión de los jueces valencianos, volvería a estar como hoy pero ya casi en precampaña electoral. Demasiado ruido.

La otra posibilidad era hacer las cosas bien, aceptar la sentencia, no ser un Gobierno insumiso, reincorporar a los trabajadores injustamente despedidos y negociar de verdad una reestructuración de la empresa para hacerla socialmente útil y económicamente sostenible. Escuchando hoy la rueda de prensa de Alberto Fabra, está claro que tal posibilidad ni siquiera se consideró. Hacer las cosas bien en RTVV (y a la vista de su gestión, en bastantes otros campos) ni se contempla. El Gobierno valenciano del PP está tan poco acostumbrados a hacer las cosas bien que esa opción es siempre la primera que descartan. Digo yo que no querrán arriesgarse teniendo tan poca experiencia.

La actual RTVV, la de los últimos años, no es la radiotelevisión pública que necesita el País Valenciano pero el País Valenciano necesita medios públicos. En este siglo XXI de la globalización, un país con instituciones de autogobierno y una personalidad cultural diferenciada no puede sobrevivir sin medios públicos propios, no tenerlos es vivir de prestado. Los ciudadanos valencianos necesitan un ámbito de debate, de puesta en común, un espejo en el que verse y reflexionar, discutir. Todo eso es lo que debería ser RTVV y no ha sido; esa es su utilidad, y se debe mantener haciéndola sostenible.

En este sentido, y ahí va la parte de autocrítica que me parece obligatoria, ni los trabajadores de RTVV, ni los partidos de la oposición, ni el grueso de la sociedad valenciana han estado a la altura. No ser los culpables de lo sucedido no nos permite cerrar los ojos a nuestra responsabilidad. Los trabajadores, yo lo era, nunca fuimos lo suficiente conscientes de nuestro compromiso social, pensábamos que nuestros puestos de trabajo eran para siempre; no nos percatamos, aunque solo fuera por puro egoísmo, de que, si se perdía el sentido de nuestra empresa, seríamos los primeros en caer.

En RTVV ha habido resistencia a la manipulación, a la censura y a los abusos, sí, pero mucha menos de la necesaria y los que la protagonizaron fueron los primeros despedidos. Por eso no puedo dejar de decir que me avergoncé cuando ayer vi cómo los trabajadores que todavía quedaban en Canal 9 leían un comunicado cargando contra el PP cuando la mayor parte de ellos fueran sus cómplices cuando no sus mismos directivos.

La oposición política tampoco ha dado durante todos estos años con una estrategia para evitar el abuso y los desmanes del PP al frente de RTVV. Se han quedado en la descalificación de lo que se hacía, en la queja por no salir en pantalla, pero no han pasado de ahí. No han sido capaces de estructurar un modelo alternativo y cuando se han puesto a la tarea, ya era tarde.

En cuanto a la sociedad, RTVV no le importa a casi nadie. A los ciudadanos más conscientes de la necesidad de un medio público como el que ahora se cierra, RTVV los defraudó desde el primer día, y los pocos, muy pocos, que se han mantenido fieles, con todos los respetos, ni sienten, ni padecen. Si no pueden ver Canal 9, verán Tele 5.

El caso es que, al final, RTVV ya solo era útil al PP y cuando ellos han pensado que ya ni eso, han tirado de demagogia (tele u hospitales) y la cierran. Lo que no entienden es que, llegados a este punto, los ciudadanos también estamos en disposición de hacer un ERE, de hacérselo a ellos. El ERE ciudadano se llama elecciones, y esas no las tumba un tribunal, ni se las puede saltar un Gobierno. De esas elecciones puede salir una nueva RTVV, la que necesite el País Valenciano, la útil, la sostenible, una de la que poder sentirse orgulloso, ya sea como trabajador o como espectador. Justo la que el PP no ha querido hacer.
__

"Mis mentiras en canal 9" de Iolanda Mármol, corresponsal de RTVV en Madrid.

Recuerdo cuando nos exigían grabar a Eduardo Zaplana de su perfil bueno. Y la oda que me encargaron sobre él cuando dejó la presidencia de la Generalitat Valenciana para ser ministro. También recuerdo la bronca y los gritos que me dedicaron cuando en ese video de retrospectiva Zaplana aparecía en una imagen con la tránsfuga que le había permitido hacerse con la alcaldía de Benidorm. Recuerdo poco después, cuando de ser el Elegido, paso a ser en inmombrable. Cómo nos prohibieron que apareciera en los planos. Cómo buscaba perífrasis absurdas cuandono podía nombrarle en mis directos en los leones, a pesar de ser el portavoz del PP en el Congreso.

Cuando Camps impuso su ley en Canal 9. Cuando nos dieron la orden de dejar de llamarle Francesc para que fuese llamado Francisco, coincidiendo con la época en que se postulaba como posible sucesor de Rajoy. Cuando trataron de prohibirme que contase que Zaplana dejaba su escaño en el Congreso. Cuando me prohibieron decir que Zapatero había anunciado el cheque-bebé, como si de este modo los valencianos no fuesen a conocer la noticia. Cuando escribías ‘fracaso estrepitoso’ y te lo cambiaban por ‘éxito discreto’. Cuando nos desplegaron para loar las maravillas de Terra Mítica en su inauguración y no podíamos decir que no había ni una sombra. Cuando me reñían porque me salía el acento catalán ‘y eso molesta a los blaveros’.

También recuerdo cómo corría el cava en las plantas de dirección de Canal 9 en Burjassot las noches electorales de mayorías del PP, mientras que los redactores comíamos bocatas de salami. Cuando se pagaban directos millonarios para que Camps saliese hablando en directo en pleno Amazonas. Y los millones de veces en las que no me dejaron poner declaraciones de la oposición. O de cualquier ciudadano que criticase al PP, o a la Generalitat. Y recuerdo también cuando nos prohibieron decir ‘recortes’. Tampoco pude decir que miles de manifestantes gritaban contra el gobierno. Los manifestantes no ‘colapsaban’el Paseo del Prado, la manifestación ‘transcurría por’. Y no poníamos pancartas explícitas contra Rajoy, ni contra el PP. Y fueron tantas, tantas, que un día empiezas a sentir vergüenza de trabajar para ellos. Ahora se termina. Injustamente. Pero lo ganaron a pulso.

__

1.200 millones dilapidados, 1.800 despedidos, 0 responsables de Voro Maroto.

El fin de Ràdio Televisió Valenciana (RTVV) deja a una comunidad autónoma con lengua propia sin referente audiovisual, un monstruoso agujero económico de 1.200 millones de euros de deuda y a cerca de 1.700 empleados –amén de la industria auxiliar– sin trabajo.

Tamaño desaguisado, sin embargo, se depura sin responsabilidad política alguna. Alberto Fabra habla de la insostenibilidad de la televisión sin detenerse ni un segundo en analizar la catarata de irresponsabilidades, excesos y supuestos delitos que han coadyuvado a la extinción de un medio de televisión público.

Por ejemplo: cuando el PP llegó al Gobierno de la Generalitat se encontró con una televisión con 16 millones de euros de deuda, poco más de 600 trabajadores y más de un 20% de cuota pantalla. Cuando el PP cierre la televisión –si finalmente lo hace– dejará un agujero de 1.200 millones, 1.800 profesionales sin empleo y una audiencia ridícula, inferior al 4% de share, aunque es verdad que el panorama televisivo es ahora mucho más competitivo.

Una gestión cuanto menos incompetente, como incluso ha reconocido la propia RTVV. La lista de responsables del dislate es larga. La encabezan Eduardo Zaplana y Francisco Camps, los dos expresidentes de la Generalitat que convirtieron la televisión en aparato de agitación y propaganda a su servicio y en el lugar perfecto para hacer clientelismo.

También deberían estar ahí los exaltos cargos de RTVV que, sin apenas experiencia audiovisual, se prestaron a servir de correa de transmisión de las órdenes de Camps y Zaplana. Jesús Sánchez Carrascosa, por ejemplo, jefe de campaña de Zaplana, e impulsor de la telebasura estilo Tómbola. Vea Reig y Pedro García, exjefes de prensa de Zaplana que convirtieron Canal 9 en un NODO al servicio del poder. García, además, está imputado por la vergonzosa implicación de RTVV en los gastos de la visita del Papa a Valencia en 2006.

Todos ellos, pese a su penosa gestión, no han sido denunciados. Ni siquiera señalados por el Gobierno que ahora cierra la televisión pública. Los familiares de las víctimas del accidente del Metro de Valencia han acuñado una potente expresión de denuncia: 43 muertos, 47 heridos, 0 responsables. En Canal 9, bien se puede decir lo mismo: 1.200 millones dilapidados, 1.800 despedidos, 0 responsables.




1 comentarios:

chene dijo... [Responder]

en una conversacion con amigos, de aquello hara 3 años, dije unas palabras que ofendieron a mis contertulios: "cuando les despidan, que no vengan a pedirme ayuda. son tan responsables como Camps y el pp." (hablaba, claro, de los trabajadores de RTVV). hoy, años despues, ha ocurrido. antes, nos han querido demostrar que aun se acordaban de lo que aprendieron en periodismo. para mi, ya es tarde. confirma lo que les predije, pero el daño esta causado. solo gracias a ellos y su desinformacion hacia la ciudadania, sus folclorismo absurdo y zafio, su deficiente utilizacion de nuestra lengua, su inhibicion hacia los desmanes economicos reforzaron, impulsaron y provocaron el voto a un partido que les estaba manipulando. considero, como el que mas, la importancia de una televicion publica autonomica, pero no la que hemos tenido. estos profesionales, por decir algo, que la han sostenido no sirven para un cambio de la misma. que recojan sus trastos y sus conciencias y se vayan nuevamente a estudiar periodismo. los valencianos que hemos sufrido los recortes, os damos las gracias, borregos. si quereis tomar la Bastilla, no conteis conmigo.

Publicar un comentario