Lunes, 10 de mayo de 1999. El alcalde de Castelló, José Luís Gimeno, ha convocado a los medios de comunicación para presentar un proyecto que cambiará la ciudad. Junto al alcalde está el concejal de urbanismo, el ya fallecido Víctor Falomir. En la entrada al acto reparten dossieres con el título ‘Proyecto Castellón Waterfront’. Y José Luís Gimeno empieza a descubrir el secreto: reptilario, selvas húmedas tropicales, desiertos americanos, río artificial navegable, centro ‘Amigos del Mar Jacques Cousteau’, fuente cibernética, complejo hotelero con 2.000 habitaciones, ‘pequeña Venecia’… 420.000 metros cuadrados destinados al ocio, la cultura y la investigación científica que se ubicarán en los terrenos del Aeroclub.
Mientras los políticos desglosan las maravillas del proyecto, los periodistas escuchan atónitos. ¿De dónde sale esta idea? ¿Quién la ha desarrollado? ¿Cómo se financiará? ¿Por qué se conoce justo ahora? Víctor Falomir interviene con vehemencia: ‘Es un proyecto ambicioso, no pueblerino’. Según él todo está perfectamente estudiado, incluso los herederos de Cousteau lo conocen y lo apoyan.
Han pasado casi 14 años y ahora comprendemos lo que de verdad ocurrió aquel día. Mayo de 1999 era un mes clave. El 13 de junio se celebraban elecciones municipales, autonómicas y europeas; Eduardo Zaplana en la Generalitat y José Luís Gimeno en el ayuntamiento se jugaban la reelección. Había que dar carnaza a los votantes.
A menudo nos preguntamos por qué mucha gente sigue (o seguía) votando al PP. Seguramente las explicaciones pasan por la enorme estructura clientelar desarrollada por el partido, el férreo control de los medios de comunicación y la ineptitud de la oposición. Pero en los inicios, desde su llegada al poder, hay un elemento clave que propició un rápido crecimiento electoral y sirvió para apuntalar esa estructura clientelar: el método Waterfront.
Esta técnica consiste en la venta de falsos proyectos, la generación de expectativas. Castillos en el aire que sirven para llenar periódicos y espacios electorales. Algunos ejemplos son el propio Waterfront, Mundo Ilusión y la Ciudad de las Lenguas en Castelló o el museo de la FIFA y la esfera armilar en València. En otros casos la estafa ha ido más allá, los proyectos se han financiado con dinero público y se han hecho realidad: Terra Mítica, la Ciudad de la Luz, el aeropuerto de Castellón, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, etc. Infraestructuras todas ellas, las realizadas y las abandonadas, con una escasa rentabilidad económica y social pero con gran rentabilidad electoral. Y mientras se construían ofrecían una sabrosa oportunidad para la comisión ilegal. Y una vez inauguradas eran perfectas para colocar a esos estómagos agradecidos que luego propiciarían la red clientelar. El negocio perfecto. Al menos hasta que llegó la crisis y se descubrió el pastel.
Por cierto, ¿qué pasó con el flamante ‘Proyecto Castellón Waterfront’? Pues que llenó páginas de diarios, cumplió su cometido y desapareció. Así de simple. Como prueba de la existencia de aquel fantasma que sirvió para ganar las elecciones, hoy sólo nos quedan los diarios de la fecha, algún artículo perdido en internet… y un dossier original de aquellos que se repartieron el 10 de mayo de 1999.
8 comentarios:
Fantástica entrada.
¿Nos merecemos estos políticos? ¿estamos condenados a esta incompetencia, a esta irracionalidad, a este despilfarro, a esta inmoralidad ...?
Por favor, alguna esperanza, alguna solución ... algo ...
¿quieres encontrar "esperanza"?
Nosotros la hemos encontrado en el diccionario, en la E, cerca de "especulación" y de "espera sentado"...
17.000 millones de pesetas? Aixó ho pague jo!
Impresionante artículo. Desconocía totalmente la existencia de ese "proyecto Waterfront" que por el nombre cualquiera diría que es el proyecto del malo de la película de James Bond.
Y veo que es siempre la misma mierda, sólo le van cambiando el nombre Waterfront - Mundo Ilusión - Ciudad de las Lenguas - etc.
Espero que tengas razón y se les haya acabado el pastel, pero no por la puta crisis, sino porque al final la gente (al menos en CS) haya escarmentado.
Lo triste es que los castellonenses no hayamos tragado todas estas bulas y fanfarrias...una sociedad sencilla y humilda, antaño la tierra de los maulets...qué triste
Pero !ojo! que siguen con proyectos estúpidos. Eso no es cosa del pasado.
Por supuesto, los que planean, anuncian, nos venden y no construyen son una estafa... pero los que planean, anuncian, nos venden y si construyen con dinero público para luego abandonarlos, son una auténtica jodienda. De estos últimos tenemos muchas noticias.
Muchas gracias por el artículo. Creo que es importante recordar este tipo de proyectos, ahora que estamos inmersos en los preliminares de lo que será un 'nuevo?' plan general. La zona del aeródromo es el único espacio libre a lo largo del paseo marítimo en el que está presente el mar y el Desert de les Palmes. El resto,desde el Grau a Benicàssim tiene vetada la vista por los bloques de apartamentos. En mi opinión es importante mantener este espacio abierto, sea con aeródromo (coste 0) o con zona verde de uso público (especulación casi 0).
Publicar un comentario