Ahora, las fotos que quedan están ajadas o pintarrajeadas, pero el resultado quizás es antropológicamente mucho más interesante que el proyecto en sí. Fotos rotas, miradas rasgadas, restos incomprensibles... los restos de las fotografías son una inmejorable metafora de la ciudad de Castellón: la constante lucha entre personas que quieren mejorarla haciedo algo diferente y los que invierten todo su tiempo y esfuerzo en destruir, dificultar o criticar los cambios que proponen los demás. Las miradas de las fotografías eran limpias, eran alegres, eran irónicas... pero sobre todo eran molestas para los castellonenses porque no vendían nada. No anunciaban nada. No tenían intención comercial. ¿Quién lo ha pagado? ¿Por qué lo han puesto aquí? ¿Por qué me miran? ¿Qué nos quieren decir? La ausencia de mensaje o de beneficio directo era más de lo que podíamos soportar. No necesitamos que venga gente de fuera y nos recuerde que dentro hay gente feliz y generosa, no necesitamos ver nada más que los ladrillos de ese muro abandonado que hace años que nadie cuida. El arte gratuito en la calle no es para nosotros. Fue bonito mientras duró pero en las dos últimas fotos os dejamos lo que nos quedará, lo quede verdad nos gusta en esta ciudad que nunca cambiará porque nosotros no queremos que cambie.
Esto es lo que nos gusta en Castellón: muros y propaganda.
2 comentarios:
Yo voy poco por el centro y gracias a vosotros fui a verlas. Todo es efimero y la gente poco respetuosa.
La verdad es una lástima que una iniciativa así de inofensiva acabe destrozada. Me pregunto quién estará detrás de este boicot y el por qué.
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