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historia de un grafiti

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Luego nos quejamos que los niños no hacen más que jugar a la consola, que tienen obesidad, que no saben divertirse...

Nuestros padres jugaron en las calles y en los refugios, iban a Billares y luego al cine, a ver una sesión doble al Cine Rialto, y con 5 pesetas aún podían comprarse tramusos.

Nuestra generación, después de toda una vida oyendo esa historia, por fin tenemos la nuestra: podíamos jugar un rato en la plaza (ya no en la calle), ir a Play (aún conocimos Billares, pero el suelo daba pánico de derrumbe) y luego al cine Casalta (sin sesión doble), y con 500 pesetas (3 euros) aún podíamos comprarnos palomitas (¿tramusos en el cine? ¿estamos locos o qué?). Cuando una generación puede abrumar a la siguiente con todo lo que podían hacer con poco dinero, es que ya se hace mayor.

¿Qué podrán decir los niños de ahora? "Nosotros íbamos con nuestros padres a la Salera, jugábamos en una piscina de bolas, comíamos en Burger King, íbamos al cine en 3D y todo en el mismo centro comercial. Y con 30 euros aún tenías que ir al cajero a por más".

Pero el stencil de la foto no es lo que parece, no es una prohibición, es especial, tiene una historia. Está en una acera en la que es imposible jugar a la pelota, en la que no tiene sentido prohibirlo; en un gran muro que hay en la calle Gobernador llegando a la Plaza María Agustina, justo aquí.  En ese muro suelen aparecer muchas pintadas que diligentemente limpian o repintan. Limpian o repintan todas las pintadas menos esta. ¿Por qué esta no? ¿Por qué este stencil no lo eliminan?  Porque el que limpia no sabe que este stencil no nace de una feroz cercenación de las libertades, sino que se hizo hace años en una manifestación en contra de una planta de cremación de residuos. Se pintaron decenas de plantillas similares en todo Castellón y sobrevivió esta. Es una mirada irónica e inteligente sobre todas esas normas que impiden que los niños puedan jugar donde quieran. La gente no lo sabe, el que limpia la pared tampoco. Pero ahora tú sí lo sabes y cada vez que lo veas pensarás que es injusto que los niños no puedan jugar a la pelota y que los mayores vivamos en un lugar donde solo se mantienen intactas las prohibiciones.

1 comentarios:

Anónimo dijo... [Responder]

Es que el muro ese pertenece a las monjas y ya se sabe que la iglesia y las pelotas siempre han estado reñidas.

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