Estamos hartos de banqueros y alcaldes que se suben sus sueldos con desvergüenza mientras reclaman rebajar el coste del despido, realizar una reforma "más radical" de la negociación colectiva y que no se liguen nuestros salarios a la inflación, estamos hartos de multinacionales varias, de oligopolios agroalimentarios que inflan los precios de los tomates cuando al agricultor le llega una miseria, de petroleros que van de verdes, de medios de comunicación manipuladores, de agencias de rating que van de imprescindibles, o de, al fin y al cabo, embaucadores de distinto pelaje. Entre otros motivos, es por lo que hemos protestado en las calles con carteles como “Tu botín, nuestra crisis”, “Este capitalismo no funciona, la vida es otra cosa”, "No a la dictadura de los mercados", etc.
Y sin embargo, incoherentemente, seguimos colaborando de forma escandalosa con multinacionales sin rostro ni ética cada vez que nos compramos unas zapatillas Nike para ir a correr, conducimos un Ford con motor de gasolina, ponemos nuestros escuálidos ahorros en el Santander, compramos chocolate Nestle, seguimos nuestra serie favorita en Telecinco, acompañamos nuestro menú con una Coca-cola, usamos champú Pantene, nos cepillamos con Colgate o nos deleitamos con una bolsa de patatas Lay’s.
Sucede que cuando se habla de “los mercados” como el motivo de nuestros problemas, no nos referimos a aquellos en los que compras los sábados un kilo de pimientos y dos de patatas. “Los mercados” son, sencillamente, los agentes económicos que tienen un poder tal que influyen decisivamente en la política buscando su propio interés particular y no el general (fin supuestamente último de la Política). Las grandes multinacionales mueven fábricas de un lado para otro según suene la lógica de los beneficios, sin importarles la falta de legislación laboral o el respecto ambiental en países en desarrollo; tienen tal poder económico que pueden secuestrar gobiernos con la promesa de crear puestos de trabajo o mover inversiones a pesar de evadir impuestos y, por si fuera poco, tienen una maraña de accionariado tan compleja y diversa, que muchas veces no se sabe quién es el responsable último de sus acciones. No son empresas ligadas a una tierra y a una motivación de mejora o servicio como sucede mayoritariamente con las PYMES; la gran mayoría de multinacionales, en cambio, solo se preocupan del marketing y de privatizar sus beneficios mientras socializan muchos de sus costes.
Es por ello y por mucho más que hemos de ser conscientes de nuestro poder económico que, si bien individualmente es muy limitado, de forma colectiva es muy grande. Los consumidores, si estamos de acuerdo, podemos arruinar o enaltecer cualquier producto, marca o empresa. Solo hemos de recordarnos (nosotros incluidos) que somos cómplices del sistema cada vez que, consumiendo, nos dejamos llevar por el marketing y no por nuestras verdaderas necesidades como individuos y como ciudadanos del mundo. Porque, desde luego, alternativas hay, solo es necesario buscarlas y leer. Leer las etiquetas, leer la web, leer Wikipedia…
Porque puedes comprar champú o chocolate de comercio justo en la tienda Intemón Oxfam que hay en la Calle Enmedio, 97. Porque si, desgraciadamente necesitamos coches, intentemos que sea híbrido, todavía no hay muchos en el mercado, pero uno de gama media sería el Toyota Auris. Porque aunque Apple vaya de guays, Nokia es más ecológica. Porque al igual que sucede con los políticos, y aunque parezca mentira, no todos los bancos son iguales, Triodos Bank no cotiza en bolsa y solo presta dinero para proyectos social y ambientalmente sostenibles con total transparencia (entrevista con Buenafuente del lunes); sí, nuestros intereses serán menores, pero es el momento de poner el "interés" en otros temas. No es suficiente manifestarse, sin no nos comprometemos con el cambio interior individual, el exterior colectivo será inútil. No podemos ver, escuchar y aprender todo lo que está pasando y que nuestra vida siga igual. No somos impermeables. El mundo gira. Nada volverá a ser como antes, ni siquiera nosotros.
Y si todo te parece demasiado complicado piensa que las rosquilletas y la coca de tomate están mucho más buenas que los Donuts. El resto será igual de sencillo, sólo hay que tenerlo claro.
1 comentarios:
acabo de escribir algo parecido en el blog,
http://efecteikea.blogspot.com/2011/06/el-ciutada-10.html
a ver si tendremos telepatia.
yo ya he abierto mi cuenta TRIODOS esta semana, y cuando acabe trámites, cierro la de ruralcaja.
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