la papeleta y el nombre
martes, 17 de mayo de 2011
Hay gente que se aburre específicamente con la política, en cambio, a otros les apasiona. El día 22 irán a votar dos tipos de personas, los apasionados de la política y los que estarán aburridos en casa, los que no tengan nada mejor que hacer por cinco minutillos del domingo. Los apasionados caminarán alegres y firmes hacia su colegio electoral con el voto decidido (aunque quizás no reflexionado). Los aburridos, sin embargo, llegarán al colegio de turno y se plantarán ante decenas de papeletas de entre las que le sonarán poco más que las del PP y el PSOE. ¿A quién votar?
Seguro que se acercará alguien a decantarse por el voto en blanco. Desde luego le resultará bastante cómoda la decisión (o la ausencia de ella): no habrá de elegir (quizás piense que no hay dónde elegir), el sobre permanecerá vacío, eso sí, probablemente sin saberlo, lo único que conseguirá será favorecer a los partidos mayoritarios.
No tengáis duda de que el apasionado neoliberal no fallará, aunque tenga que dejarse a medias la paella, advertidos estáis. Nuestro hombre cree que las regulaciones obstaculizan la libre y sana competencia empresarial, que el estado debe dejar más espacio al individuo (excepto en casos obvios como el matrimonio entre personas del mismo sexo o la enseñanza de religión en las escuelas…). El paradigma es China: crecimiento económico imparable… sin preocuparse mucho por cualquier otro detalle, pues lo importante es solo un dato y se llama PIB. Para nuestro hombre, PIB es sinónimo de felicidad y lo de los trajes de Camps una minucia: he aquí su coherente voto pepero.
Llegará otro (ojalá sean legión) con ciertas muestras de ansiedad e indignación en la cara. “¿Dónde está la papeleta del PP?” ‘Aquí’, le señalará aquél. Y nuestro hombre cogerá la que más lejos se encuentre de la pepera. A la cara de sorpresa del señalador, nuestro hombre responderá: “Solo quiero que no salga Fabra, me da igual quién, pero que no sea Fabra”. ‘¡Pero si Fabra ya no se presenta!’, le inquirirá aquél, sonriente, como descubriendo algo obvio. “Per si de cas…”, confirmará, éste, con un tono de voz sabio y digno.
Como contrapartida de nuestro juego democrático, una señora mayor entrará diciendo que Alberto Fabra es muy guapo mientras ondea una papeleta pepera a modo de triunfo y piensa en la suerte que ha tenido su hijo al ser colocado en el Hospital Provincial por don Carlos, a quien se le debe eterno agradecimiento. No importa nada más; es un voto cautivo de eterno agradecimiento caciquil. Claro, no todo pepero es neoliberal... muchos no sabrán ni lo que significa eso. La mayoría son solo conservadores, gente que no quiere mareos ni historias, no quiere que nada cambie, sobre todo si ellos lo tienen todo ya.
Decidida y contenta irá la votante de IU ¡aquí su voto sí es útil, sí da concejales y diputados! al contrario de las estatales donde a IU un millón de votos se le ponderan en dos tristes diputados... el tsunami bipartidista que decía aquel. "A ver si la suma de izquierdas nos libra de esta lacra valenciana", pensará mientras sonríe y desliza el sobre.
También estará el apasionado votante nacionalista. Unos dirán que lo hizo por amor a su tierra, otros sostendrán que tuvo más que ver con un sentimiento egoísta, o quizás no era tan nacionalista y sólo quería volver a ver TV3 tranquilamente. Su voto para Compromís.
Sin embargo a otro hombre aburrido le apetecerá echarse unas risas a costa del sistema, así que se decidirá por un voto nulo: cogerá la papeleta más cercana a su mano, rotulará sobre ella bien grande su propio nombre y se dirigirá con una sonrisa a su pertinente mesa. Resultado: exactamente el mismo que si se hubiera quedado en casa viendo la tele, a efectos prácticos es equivalente a la abstención.
Habrá gente que harta de tanta declaración banal de nuestros políticos y discurso vacío, decidirá dejarse llevar por una sola propuesta, apostar a un solo número, una sola idea. Habrá una chica que, a colación con la Barbaritat Valenciana que nos gobierna, accederá a votar al PSOE a cambio de una propuesta: la Ley de Calidad Democrática que promete más transparencia y vigilancia sobre los gastos de nuestros impuestos... Faltará comprobar si, llegado el caso, se quedad solo en eso: una propuesta.
Desde luego, como bien saben los de marketing, las novedades llaman mucho la atención. Habrá un joven que votará a Equo, el nuevo partido del ex presidente de Greenpeace España. Parece ser una seria refundación de los verdes, con lazos por toda Europa y más ideas que nunca. Nuestro votante es un izquierdista que considera a IU un tanto carca para los tiempos que corren en el siglo XXI porque la ecología debe la primera piedra sobre la que construir el futuro viable de nuestra sociedad.
La del voto útil, a regañadientes y con la mano tapándose la nariz, cansada pero creyendo que es la solución menos mala y a la vez más efectiva, votará a Jorge Alarte, el sociata de la cara un tanto embotada. Todo sea porque Camps no vuelva con aquello de: “Lo veis, os lo dije, las urnas me han absuelto”, mientras sonríe como un cardenal enajenado. Eso no, por favor.
Pero claro, también son elecciones locales, así que nuestra mujer, bastante aburrida ella, se pone a repasar los candidatos de varias papeletas… ¡Coño, mi vecino! Es buen tío este… y al o mejor me coloca a la nia que está en paro. Pues nada, decidido, para adentro…
En definitiva, el 22 de mayo ¿te aburrirás o te apasionarás? ¿votarás o te votarán? Y lo que viene siendo el culmen: ¿decidirás o decidirán por ti?
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