Hace meses que las piedras saltan a la vista. El Tram de la modernidad no acaba de llegar, entre otros asuntos, se le ha metido una piedra en el zapato, o, dicho de otra forma, le ha salido una muralla al paso.
Cada vez que se pasa por la calle Gobernador el comentario surge por algún lado, desde a ver cuándo tapan ya ese agujero, hasta a ver cómo hacen para que se pueda ver la muralla. ¿Vosotros qué pensáis, vale la pena crear una (probablemente costosa) estructura que compatibilice el paso del (imprescindible) Tram con la conservación del patrimonio histórico, o no es para tanto y mejor tapar el agujero y que corra el Tram cuanto antes? No es una pregunta de fácil respuesta, a priori necesitaríamos más datos, como saber el valor histórico de la muralla o el coste de conciliar ambos usos. Este es un buen ejemplo de decisiones en las que el Ayuntamiento podría empezar a tener en cuenta la opinión de la ciudadanía, ¿por qué no informarla y que decida ella mediante un sencillo plebiscito realizado a bajo coste a través de internet? No es una decisión fundamental para la ciudad, y podría servir para que la administración se abriese al público y la ciudadanía se implicase en procesos de decisión. Pero tememos que esto está a años luz de las aspiraciones del Ayuntamiento, así pues nos limitaremos a dar nuestra opinión sobre el caso.
En nuestra opinión se deberían compatibilizar ambos intereses. La justificación del interés en conservar las murallas encontradas yace más en el cómo entendemos la ciudad que en su intríseco valor o interés histórico. ¿Queremos una ciudad más o una ciudad única? ¿Qué diferencia a unas ciudades de las demás? No sus avenidas llenas de coches, ni sus aparcamientos subterráneos, sus modernos edificios acristalados o sus establecimientos multinacionales tipo Zara, no, eso lo tiene y lo puede tener cualquier ciudad. Las ciudades son únicas por su idiosincrasia, sus gentes, su cultura y su historia. Sí, su historia le confiere a Castellón una característica única que nunca podrá tener cualquier ciudad de nueva planta por muy rica que fuere (tipo Dubai, por ejemplo). Creemos que algo de lo que no puede disponer ninguna otra ciudad es digno de conservar... también el Tram, aunque eso sí que lo puede tener a su disposición cualquier otra ciudad del mundo.
Por otro lado, y a modo de coletilla que sustente esta opción, pensemos en cómo actuarían en latitudes más avanzadas que las nuestras... En ciudades como Sydney, San Francisco o Helsinki, pagarían por tener la posibilidad de discutir la conservación de ciertas ruinas de las que no pueden disponer, costase lo que costase. Eso sí, mientras surge la solución, los semáforos del Tram seguirán señalizándonos.