Viene de aquí.
Enero, 2013
Carlos Fabra anuncia que ofrecen 200 millones de euros por el aeropuerto y que se crearán 1200 puestos de trabajo (ABC y Libremercado). Se confirma que un grupo hispano-libio está interesado y la venta parece que se hará efectiva en febrero de 2013 (el País y Europa Press), pero la oferta no supera los 90 millones de euros, la mitad de lo que ha costado (ABC, el País, las Provincias y el Mundo).
Mientras Fabra negocia con los libios, se descubren dos coches de carreras entrenando por la pista del aeropuerto. La Generalitat, dueña del 99% del aeropuerto, no sabía nada. De la noticia se hacen eco todos los medios de comunicación, generalistas, locales, deportivos... como muestra la Cadena Ser, Marca, ABC y el Mundo. Al cabo de dos días, tras el revuelo mediático, Fabra dice que han cobrado 3000 euros y que si en el Ágora de Valencia juegan a tenis, por qué en el aeropuerto de Castellón no pueden entrenarse dos pilotos. Esta pelea de gallos entre Generalitat y Aerocas la vemos retratada en las Provincias, la Vanguardia, la Sexta, Levante, Huffingtonpost, Autobild... pero en muchos más. El aeropuerto ya comienza a ser usado como patio de recreo, como propiedad privada, haciendo uso sin dar parte ni solicitar permisos, como si su abandono y su inutilidad lo hubieran convertido de verdad en el "aeropuerto del abuelo".
Febrero, 2013
Y este momento estamos, justo cuando acabamos de saber que el fondo libio que quería comprar el aeropuerto de Castellón parece un nuevo fiasco (el País, Preferente.com, el Confidencial). No hay nada que gire en torno al aeropuerto que no sea grotesco o una patochada y todo nos apunta a nosotros, los ciudadanos, como cómplices necesarios en este desastre.
Mención a parte merecen los 300.000 € de la escultura de Ripollés dedicada al ideólogo del aeropuerto, un tema anecdótico pero que simboliza mejor que nada la cultura del despilfarro. Su coste, el óxido, que la llegada del primer avión fuera el de la cabeza de la escultura, su inauguración sin ninguna autoridad, no ha habido mes en que la escultura más famosa de España no haya servido para echar sal folklórica en la herida de todos los castellonenses que sienten la gran vergüenza de aparecer en el mapa y en la prensa mundial por este aeropuerto. New York Times, The Guardian, el Mundo, el País o el Huffingtonpost son prueba de ello.
Lo del aeropuerto no es lo único que importa, ni quizás lo más grave que sucede; pero la manera en la que nos ven a los ciudadanos de Castellón por permitir, aplaudir y seguir votando a los ejecutores de este sinsentido nos debería hacer repensar el sentido de nuestro voto. Los votantes del PP han de recuperar su espíritu crítico, sin revanchas ni deudas. Un partido político no es una familia, ni un equipo de fútbol ni una religión. Un partido político solo debería ser un medio para que el pueblo gobierne, no un fin en sí mismo. Es imprescindible que sean los propios votantes del PP los que reflexionen de manera crítica contra el partido al que han votado y que no se enroquen en su decisión. El voto no solo puede, sino que debe cambiarse, para que los partidos se regeneren y las instituciones se limpien.
Si no son capaces de ver lo que está mal hecho, si no son capaces de ver que tras 17 años necesitamos un cambio en el gobierno autonómico y provincial, hemos de ser los no-votantes del PP los que tratemos de convencerles. No podemos dar esta partida por perdida y necesitamos que se den cuenta. Sin revanchismos. O los de abajo, todos, cambiamos a los gobiernos que se aprovechan y malgastan nuestro dinero, o los de arriba no verán ninguna razón para dejar de aprovecharse ni malgastar nuestro dinero.
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1 comentarios:
Brillante...
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